Atención a la diversidad. Asperger.

Esta entrada del blog va dirigida a la atención a la diversidad funcional. Para la realización de esta entrada se nos ha pedido que elijamos una “discapacidad”. Yo he elegido el asperger, ya que es la “discapacidad” con la que más he tenido contacto a lo largo de mi vida, y de echo, actualmente convivo con una persona que tiene asperger.

El síndrome de asperger forma parte de los Trastornos del Espectro Autista, es un trastorno del neurodesarrollo que lleva asociada una alteración neurobiológica, y manifiesta un conjunto de características mentales y de conducta. Comparte las características nucleares del autismo. La persona con Síndrome de Asperger tiene dificultades, de gravedad variable, en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento. Sin embargo, tiene un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media e incluso superior a la media de la población.

  • Tiene dificultad para entender la comunicación no verbal (gestos, expresiones faciales, tono de voz, etc.) y los mensajes sutiles que se transmiten a través de este canal.
  • Puede hablar durante mucho tiempo de sus temas de interés, pero tiene dificultad para saber cuándo terminar la conversación.
  • Le cuesta elegir temas de los que “hablar por hablar” o tener una charla “social” con otras personas.
  • Es muy literal; comprende el lenguaje según el significado exacto de las palabras por lo que muchas veces no entiende las bromas, los chistes, las metáforas o los sarcasmos.
  • Su expresión verbal es correcta pero, a veces, utiliza el lenguaje de manera muy formal, siendo demasiado preciso, técnico e incluso pedante.
  •  Le resulta difícil reconocer y comprender las reglas sociales “no escritas” por lo que, a veces, puede comportarse de manera inadecuada sin darse cuenta.
  • Quiere relacionarse con los demás, pero no sabe cómo hacerlo por lo que, a veces, puede encontrarse solo.
  •  Le resulta muy difícil manejarse en situaciones en las que tiene que interactuar con muchas personas a la vez, lo que puede parecer que no quiere relacionarse o integrarse en el grupo.
  • Puede parecer que no expresa sus emociones ni tiene en cuenta las de los demás pero, en realidad, es que le resulta muy complejo darse cuenta intuitivamente de cuáles son los sentimientos y emociones de otras personas.
  • Encuentra difícil expresar sus propias emociones de una manera convencional por lo que, a veces, puede parecer que reaccionan de manera inadecuada, desproporcionada o “fuera de lugar”.
  • Su forma de pensar es rígida y concreta lo que le ayuda en actividades que requieren atención a detalles y repetición de patrones, pero tiene dificultades en tareas que requieren flexibilidad o búsqueda de alternativas para la resolución de problemas.
  •  Es fiel a las rutinas que, en ocasiones, sigue de manera rígida y repetitiva.
  • Las rutinas le proporcionan seguridad y pautas concretas de actuación pero limitan su comportamiento dificultando la adaptación a cambios, situaciones novedosas o poco previsibles.
  • Tiene intereses muy concretos y específicos sobre los que acumula mucha información y dedica mucho tiempo, convirtiéndose, en ocasiones, en fuente principal de conversación y dedicación.
  • Puede ser extremadamente sensible a algunos estímulos del ambiente, resultándole molestos o dolorosos (ruidos, luces, olores, sabores, etc.).

 

A pesar de que el niño con síndrome de Asperger cuenta con una inteligencia promedio respecto a su edad, esto no significa que le resulte fácil planificar y organizar sus conductas para resolver las tareas de clase. A la hora de estudiar o solucionar ejercicios, por ejemplo, le costará diferenciar qué información es la importante, qué datos debe retener en concreto o qué conocimiento debe extraer de ello. A su vez, tampoco le resultará sencillo generalizar ese conocimiento recién aprendido a otras áreas de su vida. 

Tener un niño Asperger en el aula también supone al profesor adquirir nuevos aprendizajes. No es suficiente que conozca las necesidades especiales de su alumno y su pequeña gran personalidad, también tendrá que aprender a mirar al mundo desde los ojos de su alumno, ser paciente y mostrarse flexible… En definitiva, estar capacitado para adaptar las tareas escolares y poner a prueba nuevos recursos didácticos con el fin de mejorar las competencias del niño. 

El maestro también debe desempeñar la función de mediador para que el resto de los alumnos de clase integren a su compañero. Es conveniente que guíe a este en las interacciones con los iguales, por ejemplo, durante los trabajos en equipo, en los recreos o en las salidas del centro. También, suele ser muy enriquecedor tanto para el alumno con autismo como para sus compañeros que elija a un par de mejores amigos de la clase y les asigne el rol de acompañantes durante las rutinas escolares.

Un niño con Asperger puede ser un desafío para los profesores, por lo que su actitud va a ser clave: la flexibilidad, la curiosidad por comprender su punto de vista, la empatía, la paciencia, el buen humor y el respeto, son cualidades necesarias para desarrollar una relación de confianza que sin duda van a contribuir positivamente en su desarrollo. Además, esto se verá reflejado en el resto de compañeros, si la actitud del profesor es crítica y excluyente, el resto de niños adquirirán e imitarán esa misma actitud negativa.

Contar con el apoyo del grupo de compañeros es fundamental para que el niño tenga la motivación intelectual y social necesarias para aprender a relacionarse con sus semejantes y así, contribuir al desarrollo de sus habilidades sociales.

Quizás el profesor deba supervisar y guiar las interacciones del niño, con el objetivo de evitar que se desarrollen actitudes negativas entre sus compañeros. Los temores o las posibles burlas, así como el contacto con un niño con Asperger en crisis, pueden ser un interesante objeto de debate y de explicaciones en grupo. Es importante acompañarles a ellos también con información, orientación y reflexión.

Finalmente, cabe destacar que los padres del niño con necesidades especiales pueden ser de gran apoyo para el profesor, aunque los padres no sean expertos en síndrome de Asperger, sí que son expertos en sus hijos. Son los que mejor conocen la historia de su desarrollo, su personalidad y carácter, el éxito o fracaso de estrategias previas, etc…

Así queda claro que la inclusión escolar no tiene solo que ver con el sistema educativo, necesita de la implicación y la colaboración de familias, profesores, servicios específicos y de los compañeros de clase.

Inclusión significa respeto, empatía, flexibilidad, información, diversidad y apoyo.

 

 

 

 Recursos:

 

http://www.autismo.org.es/actualidad/articulo/conociendo-el-sindrome-de-asperger

http://www.autismo.org.es/sites/default/files/sindromedeasperger.pdf

https://www.autism-society.org/en-espanol/el-sindrome-de-asperger/

https://www.unir.net/educacion/revista/asperger-en-el-aula/

https://elpais.com/elpais/2017/09/06/mamas_papas/1504706424_738220.html

 

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